Los paneles solares, por ejemplo, han evolucionado de ser un lujo para convertirse en una herramienta esencial. Su integración en techos, fachadas o incluso pérgolas no solo reduce costos energéticos, sino que también mejora la eficiencia y la estética de los edificios, adaptándose tanto a diseños modernos como tradicionales. Por otro lado, las turbinas eólicas, aunque más comunes en áreas rurales o costeras, también tienen cabida en espacios urbanos mediante modelos compactos como las turbinas de eje vertical.

Estas requieren un análisis previo de las condiciones del viento, pero ofrecen energía limpia y constante, ideal para complementar otras fuentes renovables.

La energía geotérmica, menos visible pero altamente eficiente, utiliza la temperatura constante del subsuelo para climatizar edificios durante todo el año. Aunque requiere planificación desde las primeras etapas del diseño, los beneficios en términos de reducción de emisiones y consumo energético son incuestionables, especialmente en proyectos de mayor envergadura.

Es cierto que incorporar energías renovables puede presentar retos relacionados con presupuestos, normativas o características del terreno. Sin embargo, con una buena planificación y el asesoramiento adecuado, estos desafíos se convierten en oportunidades. Además, los incentivos gubernamentales y las políticas de apoyo a proyectos sostenibles facilitan cada vez más su implementación.